GALERÍA TAURINA
Carta abierta a Claudia Sheinbaum
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4 semanas agoon

Una exposición de motivos que le ofrece Horacio Reiba
Respetada señora Presidenta: Al dirigirle la presente me guían la admiración que me merece su persona y los rasgos singulares de su desempeño político, tan apartado de las motivaciones que mueven a la generalidad de sus colegas en el mundo en general y en nuestro país en particular.
Honrar como honra usted los fundamentos de la Cuarta Transformación, sintetizados en los principios éticos de «No mentir, No robar, No traicionar», me recuerda la tríada áurea de la tauromaquia moderna, consiste en «Parar, Templar y Mandar».
Es evidente que esto último le debe resultar extraño, sus declaraciones acerca de una tauromaquia sin derramamiento de sangre indican lo lejos que se encuentra su experiencia personal de un hecho cultural nuestro que sin embargo reconoce importante y, por lo tanto, digno de ser explorado con cautela antes de tomar cualquier decisión al respecto, resistiendo con su serenidad habitual a la presión de los adictos al facilismo de los tópicos de moda, fieles seguidores en este caso del embate emprendido en contra de las corridas de toros desde los numerosos frentes del pensamiento único impulsado de cuarenta años atrás por la ideología neoliberal. Es decir, por la agenda neoconservadora que, paradójicamente, han abrazado con furor presuntos colectivos progresistas al clamar por la abolición de los toros.
De los toros y no sólo de los festejos taurinos, pues al desaparecer éstos perdería su razón de existir la especie bovina toro de lidia, que nuestro gobierno debería preocuparse por preservar, si no por simpatía táurica, sí por estas dos razones esenciales:
1. A diferencia de la ganadería extensiva para abasto de carne, la crianza de ganado bravo –aproximadamente un millón de ejemplares en el mundo, de los cuales sólo un diez por ciento se destina a las plazas de toros y las diversas tauromaquias populares– implica su ocupación como hábitat de territorios extraordinariamente vastos, a razón de 1.6 cabezas por hectárea. No es necesario insistir, mucho menos a una persona experta como usted, en los múltiples beneficios ecosistémicos que esto implica. Tampoco sobre los ingentes gastos alimentarios y sanitarios relacionados –derrama económica–, dado que, al llegar a la plaza, un toro debe tener cuatro años cumplidos y gozar de la salud propia de un atleta de esta peculiar especie bovina.
2. Además, desde 2016 quedó científicamente acreditado ante la SAGARPA que el genoma del toro de lidia mexicano corresponde a una variedad endémica del país –un caso de biodiversidad, que obliga a su protección por parte del Estado– a la que se llegó a través de siglos de cuidadosa selección para hacerlo progresivamente asequible a las exigencias de la tauromaquia, sujeta a su vez a un proceso de desarrollo evolutivo cada vez más depurado y estético (los rasgos propios de cualquier arte). La percepción de la corrida como asunto de crueldad gratuita y crudeza innecesaria, y como un gusto propio de mentalidades primitivas y fuente de pulsiones sádicas y deshumanizantes, resulta ser de una superficialidad y una pobreza analítica parvularias.
A estas razones habría que sumar muchas otras de carácter histórico, cultural y artístico acerca de las cuales no abundaré, pues por lo escuchado de usted en la Conferencia del Pueblo del pasado 12 de marzo, vislumbro que su fina sensibilidad las ha intuido correctamente. Pero se me ocurre que podría establecerse un parangón entre los requisitos necesarios para que el toreo se dé en toda su pureza –expresados en la tríada ya mencionada–, y las cualidades que vienen marcando su manera de ejercer el alto cargo que una gran mayoría de mexicanos le hemos conferido y mandatado. A saber:
A. Si el verbo taurino parar consiste en aguantar a pie firme la embestida del bicorne como condición obligada para que empiece a haber toreo, no otra cosa le hemos visto hacer ante los embates del presidente de nuestro vecino del norte, por no hablar de su ecuánime actitud de todos los días, lo mismo para atinar con la resolución de la enorme problemática social y política del país que ante el furor inquisitivo de lo que queda de la oposición política y su apoyadura mediática.
B. Templar es otra condición clave para que el toreo alcance su plenitud técnica y estética. Mediante el temple se logra un muy especial tipo de armonía entre la violencia de la naturaleza –el toro– y la voluntad creativa del humano. Y usted ha mostrado estar en posesión de un temple que, unido al aguante –el parar–, le ha permitido atemperar toda suerte de arremetidas descompuestas y malintencionadas. Por supuesto, todo torero cabal y todo buen aficionado saben que no con todos los astados es posible alcanzar la armonía perfecta que hace florecer las faenas memorables. Pero el temple también es útil para solventar, de manera si no lucida sí expedita, esas embestidas problemáticas de las que resulta poco factible extraer obras artísticas. En el toreo y en la política. Aunque en estos casos los villamelones muchas veces protesten sin razón. En las plazas de toros y en la arena pública.
C. No hay duda que sin la serena espera del parar y la rara capacidad de templar –privilegio de pocos– es imposible mandar en el sentido profundo del vocablo. Cuando se alude el poder para mandar de un tirano, un dictador, un señor feudal, se está incurriendo en una impostura semántica, por lo menos si nos atenemos a la acepción taurina del mando. Porque a los toros, en otros tiempos, también se les ha mandado –se les ha podido– de manera ruda y descompuesta. Pero la tauromaquia, como la revolución ética en política (la revolución de las conciencias) ya no está en condiciones de admitir pervertidas subversiones del verbo mandar. Porque el mando sin bases estrictamente éticas esteriliza a la sociedad de sus mejores valores humanos. El colapso ambiental, hijo de la voluntad ciega de mando, poder y lucro, también en esto hace consonancia con el toreo auténtico.
Me he permitido adjuntar a la presente los programas de tres de las muchas ocasiones en que el medio taurino mexicano manifestó fehacientemente su empatía con las causas sociales mediante la organización de festejos para recaudar fondos destinados a aliviar situaciones coyunturales que demandaban un cierre de filas humana y patrióticamente obligado. Dichos carteles corresponden a las efemérides siguientes:
I) Festejo a beneficio de los hospitales donde se atendía a los defensores de Puebla heridos en la batalla del 5 de mayo de 1862, mismo que se llevó a cabo en la plaza del Paseo Nuevo el 3 de noviembre siguiente. Se lidiaron toros de Atenco, la ganadería más antigua del mundo, asentada en el actual estado de México desde mediados del siglo XVI.
II) Corrida Patriótica efectuada en el desaparecido Toreo de la Condesa de la capital de la república el 10 de abril de 1938, cuyas utilidades se aplicaron al pago de la deuda generada por la nacionalización del petróleo decretada por el presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo del mismo año.
III) Corrida Guadalupana pro damnificados por los terremotos del 7 y el 19 septiembre de 2017, programada para el 12 de diciembre de ese año en la Plaza México y que, como las anteriores, contó con el apoyo de una asistencia multitudinaria.
En todas esas ocasiones, los profesionales del toreo actuaron gratuitamente de acuerdo con una tradición altruista tan antigua como la tauromaquia misma. Lo cual, por cierto, desmonta la falacia que se complace en calificar a toreros, taurinos y taurófilos como individuos insensibles, despojados de cualquier inclinación compasiva.
Tampoco condicen tales acusaciones con la notable colección en DVD –copia de cuya carátula asimismo anexo– con filmaciones taurinas de carácter histórico publicados por la Universidad Nacional Autónoma de México, su alma mater y orgullo de la cultura nacional, durante la rectoría del doctor Juan Ramón de la Fuente y bajo supervisión del notable escritor, ya finado, Ignacio Solares: dos taurófilos de pro, como es del dominio público.
No quiero restarle más minutos de su valioso tiempo, Señora Presidenta. Pero no resisto el deseo de concluir esta misiva sin hacer mención de la filosofía que subyace a las palabras del matador de toros sevillano Juan Belmonte –algo así como el revolucionario de la conciencia taurina en la época de las vanguardias artísticas del siglo XX– cuando emitió frases como «el toreo es una actividad de orden espiritual» y «se torea como se es». Dos conceptos perfectamente aplicables a la política cuando se ejerce con la profunda convicción, sabiduría y envergadura moral que han caracterizado su presidencia.
Cuenta usted con la sincera adhesión y admiración de:
Horacio Reiba «Alcalino»
PD: No puedo dejar de expresar mi confianza en que el extraño e improcedente anuncio que la jefa de gobierno capitalino acaba de hacer en relación con las corridas de toros en la Ciudad de México, pueda ser prontamente revertido dada la imposibilidad de llevar a la práctica un producto reglamentario sin el menor sustento en la realidad y ostentosamente antidemocrático, que al caricaturizar la tradición taurina condena irremisiblemente a su desaparición al toro de lidia, convertida su crianza en algo enteramente inviable. Hay ahí una doble infracción incuestionable: de lesa tauromaquia y de lesa biodiversidad.
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